Nuestras piernas y pies son sorprendentemente eficaces como instrumentos de masaje. Una simple fórmula algebraica cambia el concepto del masaje. Presión es igual a fuerza partido por la superficie. Esto, a nivel terapéutico, le proporciona al masaje pedestre una eficacia sin límites, pudiendo realizarlo con mayor eficacia sin la necesidad de agotarnos físicamente.